Qué suave el deslizarse de las horas

cuando dejan de ser horas

y el tiempo es apenas

un vaivén del espacio. Es así

que camino descalzo las laderas

y en la tarde

contemplo los primeros hombres

aguerridos y lentos

Dinosaurios del sol

templando los huevos del día

para que nazcan las primaveras

para que los hijos jóvenes y ancianos

completen los círculos del año.

Qué suave el deslizarse de las horas

cuando insectos azules cantan el silencio

que la tarde llora

y llora

descomponiendo la mirada de la luz

hasta que la luna

devora los minutos y todos los atardeceres

con sus dientes pantofágicos

con sus miradas muertas

con sus niños degollados

todo en un registro de inocencia

mientras el tiempo elabora sus venenos

y los primeros hombres

se esconden detrás de las montañas.

hasta el próximo desplegarse de las eras.



© Gocho Bersolari